Desde niña siempre conviví con la psicología. 

Mi madre era psicóloga y por eso, crecí tratando las emociones con total naturalidad para darles el espacio que merecen. 

¡Incluso solía sentar a mis peluches en fila para “escuchar” sus problemas!

La parte emprendedora se la debo a mi padre, es economista y me ha ayudado mucho en ese aspecto.

Mi experiencia con la nutrición fue otra muy distinta. 

Seguro que si fuiste adolescente con algunos kilos de más en los 2000 puedes entender las inseguridades que el prototipo de mujer de la época me provocó. 

No me sentía bien con mi cuerpo, no me gustaba lo que veía en el espejo y no podía ponerme mi ropa preferida. 

Aunque hice alguna dieta no conseguí buenos resultados.

Ya en la universidad di un giro radical cuando aprendí a cuidar mi alimentación y a hacer ejercicio físico.

Me tomé tan en serio el gimnasio que, incluso quisieron pagarme como entrenadora personal.

Esto sumado a la carrera de psicología me dio herramientas para comprender cómo gestionar mis emociones en relación al cuerpo, el peso y la comida. 

Además, me especialicé en adicciones y me formé como Coach.

Gracias a todo esto y a mi experiencia tratando pacientes pude darme cuenta de que a muchas personas les faltaba la base psicológica para poder ser constantes en su plan de alimentación y conseguir los resultados que querían.

Este recorrido me ha llevado a querer compartir contigo mi experiencia para ayudarte a trabajar tu relación con la comida a través de la gestión de emociones como la ansiedad o la culpa.